Esta película, que demostró hace más de 30 años que en España nos gusta traducir a nuestro aire y si nos cargamos la película no pasa nada, es, para muchos, la masterpiece de Roman Polanski, tan de moda estos días por estar detenido por un delito que cometió diez años después de realizar esta película.
'La Semilla del Diablo' es una de esas películas que los que se autodenominan creadores de películas de terror de esta década deberían repasar, a ver si consiguen inculcar a sus protagonistas el sentimiento de angustia de Mia Farrow sin necesidad de aplicar cuantiosos efectos especiales, música atronadora o sangre a tutiplén. La ya nombrada Farrow da vida a Rosemary Woodhouse (la película tiene por título original 'Rosemary's Baby', basada en la novela homónima de Ira Levin), que junto a su marido Guy Woodhouse se mudan a un apartamento en Nueva York donde en el pasado habían ocurrido crímenes espantosos (como un par de hermanas que comían niños, a lo Chuck Norris).
La película siempre tiene un ritmo activo, rápido, que no deja posibilidad a quitar los ojos de la pantalla, y podemos ver la metamorfosis de Rosemary que es guiada por sus vecinos, una mujer insoportable llamada Minnie (ese nombre lo dice todo) y Roman Castevet, y, con el paso de la película, por su marido. El espectador se imagina en todo momento lo que puede estar pasando y observa impotente cómo Rosemary cada vez se encuentra más perdida.
Cuentan las malas lenguas que el rodaje de esta película provocó que Charles Manson mandara asesinar a su esposa, en 1969, por eso de haber tocado un tema tan tabú como lo es el diablo. De ser eso cierto, hoy en día debería ser normal encontrarse con esposas de directores asesinadas cruelmente, con todas las películas que hay. Roman Polanski quiso rodar algunas escenas en el edificio Dakota, que tiene fama de maligno (a las puertas de este edificio fue asesinado John Lennon a manos de Mark Chapman).
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